
El chiclayano José Luis Medina Acuña, profesor de historia y geografía, periodista, escritor, historiador, cumple hoy 90 años de edad y sus familiares y amigos le tributan homenaje por tan importante acontecimiento, el mismo que comenzó con una misa de acción de gracias celebrada por padre Emigdio Sandoval, amigo del homenajeado y con quién quiso posar para la fotografía de esta portada.

José Luis ejerció sus funciones docentes en colegios como La Inmaculada, Nacional San José, Santa Magdalena Sofía; viendo pasar a cientos de estudiantes que hoy, ya convertidos en profesionales exitosos y personas con valores, lo recuerdan con gran aprecio y reconocimiento. Entre ellos es notable destacar a importantes personajes como el caso de Tania Libertad, una de las cantantes peruanas más reconocidas hoy en México.
Asimismo, su paso imborrable como periodista fue a través de su participación como pionero entre los principales diarios nacionales como columnista, así como también, su recordada participación en Radio Délcar, en programas que pasaron a la historia de oro de la radio nacional como ‘Esta es nuestra palabra’.
Por si fuera poco, José Luis, cuenta con cuatro libros de su autoría, habiendo sido premiado por uno de ellos en el Colegio de Periodistas de Lambayeque en el año 2019. Amante de la lectura y dueño de una de las colecciones, sino la más inédita, de material histórico que envuelve a la región a través del paso de sus años, Medina Acuña aún muestra su lucidez y su lado conversacional acerca de los principales problemas de la región y el país.
Envejecer es parte de la vida
«ESTOY VIVIENDO UNA GLORIOSA MADUREZ», titula el texto que publicó Medina Acuña en su cuenta del Facebook, que transcribimos:
«Lo único que tengo, lo único de lo que soy dueño es este día de hoy por lo tanto lo voy a vivir y disfrutar como si fuera el único día que voy a tener. Puedo decir que un día es una vida entera en miniatura.
El 25 de febrero es para mí un día esplendoroso que representa dos importantes momentos de mi vida que son: mi llegada al mundo y mi enlace matrimonial con mi inolvidable esposa María Angélica (Queca).
Resaltando mi nacimiento diré que he llegado a la respetable edad de los 90 años convencido de que el envejecimiento es parte de la vida y de que los ancianos, viejos o de la tercera edad, eso es en lo que te convertirás algún día.
Lo valioso es tener presente que el secreto de una buena vejez es un pacto honrado con la soledad.
Es innegable que la verdadera ciencia de la vida consiste en aprovechar, al máximo, el día presente, el día de hoy, olvidando el pasado y dejando en paz el futuro.
A esta altura de mi existencia que es hora de balances y hora de reencuentros, no siento ninguna amargura que me detenga o me paralice. Y, creo que eso es un logro de mi lado.
Pienso que ya no soy el joven de antes. Ahora, mi testa se ha cubierto de canas y mi rostro muestra la secuela del tiempo.
Me doy cuenta que entre lo que imaginé en mi juventud y lo que estoy logrando en mi vejez hay un tramo muy largo. Entre lo que me propuse y lo que puedo. Y al final no hay peor fracaso que la muerte.
Voy pasando por esta vida temporal y acercándome a la ciudad permanente, edad para muchos: difícil, de incomprensión y soledad. Creo tener lo que solo el correr de los años da, o no se puede obtener de otra manera: la experiencia y madurez para penetrar más en el misterio de la vida, y comprender que, si bien es correcto buscar la felicidad en la vida terrena, sólo en la fuerza del espíritu nos lleva a Dios Padre, está la plenitud que todos ansiamos. Pero, es maravilloso seguir viviendo y seguir luchando en la pequeñez de tu mundo.
Al cumplir, hoy 25 de febrero, los NOVENTA AÑOS, por un momento cierro mis ojos para que mi mente recorra los años vividos, ver mi infancia, mi agitada vida juvenil, la formación de mi hogar y el cariño y amor de mis cuatro hijos y cinco nietos.
Por ello, escribo más y más rápido que nunca, quizá como la mejor manera de seguir viviendo. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi consciencia.
Tal vez la analogía perfecta de mi vida sea la de la vela que alcanza una llama más alta en el momento que se va a apagar. De todos modos, no se preocupen, no pienso apagarme tan rápido».
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