
Canal 4 Televisión de Chiclayo cumplió 60 años desde la primera vez que su programación se emitió en la esquina de Villarreal y Arteaga y los extrabajadores que quedamos conmemoramos tan importante fecha. La señal del canal comenzó a difundirse en diciembre de 1962, pero el 9 de enero de 1963 se oficializó en el aire.


Solo nos sobreviven tres de los fundadores de la televisora, a quienes se tributó homenaje: Augusto Puican, quien fuera camarógrafo, coordinador de set y director de switcher; Francisco Velásquez Reque, que comenzó como guardián y llegó a la plana de técnicos; y Hugo Zárate, que durante muchos años estuvo a cargo del departamento técnico de la televisora. Los dos últimos no pudieron asistir a la cita celebrada en uno de los ambientes de la Casa Comunal de la Juventud.
Sesenta años después, pienso que tal vez desde Lima no se haya querido saber, ni se sepa mucho, de la mil y una anécdotas que los trabajadores de provincias, en especial de este medio de comunicación, lambayecano por excelencia, vivieron a diario para forjar una gran parte de la historia de esta productora nacional.
Sin embargo, particularmente en Chiclayo, cada uno de los que laboraron para esta televisora, vivió su mundo aparte y comprometido con la realidad local y nacional. Cinco años antes, el 15 de diciembre de 1958, la empresa había sido fundada como Compañía Peruana de Radiodifusión, por Antonio Umbert Fellez, Nicanor González Vásquez y Avelino Aramburú.
En misa oficiada por el R.P. Marco Quinteros, en la Basílica de San Antonio, se revivió la memoria de los cerca de 40 trabajadores de Canal 4 Chiclayo, que nos antecedieron a la Casa del Señor: gerentes, administradores, periodistas, locutores, camarógrafos, directores de switcher, video y audio, coordinadores de set, operadores de los equipos electrónicos, vigilantes y personal de servicio.
Desde que la televisora en Chiclayo saliera con programas en vivo, hubo uno especial todos los domingos, que llevaba el alimento espiritual a los televidentes. Era la misa oficiada desde el set del canal por el Rev. Padre Juan Tomis Stack, párroco de San Juan María Vianney, que sólo dejó de emitirse tras su fallecimiento.


Mi periodismo en TV
Ingresé a la televisora ocho años después de su fundación y durante más de veinte me tocó dirigir los programas periodísticos de Canal 4 que, a mi parecer, se convirtieron en la razón de existir de la televisión local; el único barómetro que señalaba si estábamos cumpliendo con la obligación de prestar servicio público a nuestra localidad.
Seguí los pasos de reconocidos profesionales como José Ruiz Cabrera, José Ubillús, José Ramírez Ruiz, Jesús Ortega Peña y Manuel Vidarte Sierra, cuando el periodismo en Chiclayo tenía la credibilidad con la que la transmisión exacta de la información brindaba y autoridades y televidentes respetaban mucho más el trabajo de los hombres de prensa.
José Ramírez y Jesús Ortega fueron llamados por medios escritos de la capital de la República. Manuel Vidarte dirigía el “Telediario” y “La Cuestión Humana”, este último un programa de buen análisis y entrevistas al inicio de los años setenta, que la dictadura militar pretendía controlar. Un accidente de tránsito quitó la vida del brillante colega.
En América TV, Canal 4 de Chiclayo ocupé la dirección del “Telediario”, desempeñando el periodismo que ya había ejercido en “Correo” y “El Comercio” de Lima, donde durante veinte años continué como corresponsal.
Comencé a hacer periodismo en televisión cuando todavía no existía el color ni la cámara de exteriores en nuestro canal. Cubríamos, sin embargo, todas las noticias posibles, en base a fotografías en blanco y negro e incluso reveladas al positivo, minutos antes de ser “ponchadas” al aire, captadas por el lente mágico de nuestro inolvidable reportero Teófilo Quiroga Ramos. Tiempos aquellos en que dábamos vida a una fotografía que valía por mil palabras y que, para conseguirla, hubiésemos dado la vida, como muchas veces estuvimos a punto de hacerlo.
Trabajamos posteriormente la cámara en blanco y negro, que le dio movimiento y sonido a nuestras imágenes, pero que llegó demasiado tarde; es decir, cuando el color invadía las pantallas iniciándonos en una nueva experiencia, tanto para el periodismo electrónico como para la televisión en general. Vimos que, así como el color fantaseaba ante nuestros ojos una escenografía perfectamente distribuida, un ramo de rosas intensamente rojas, un paisaje que nos llenaba de expresiones y calificativos positivos; así también el color nos mostraba la sangre de las víctimas de accidentes, desastres, o la soledad sola de los cementerios.
EI tipo de noticiario que hacíamos para Canal 4 TV Chiclayo, se concentraba principalmente en acontecimientos locales, dejando las noticias nacionales y mundiales a nuestro noticiario que, vía satélite, venía con la programación desde Lima, a través de “Primera Plana”.
Entonces, como ahora, creímos que las cualidades intangibles que los estudiosos más descuidados del fenómeno electrónico adjudicarían a un reportero de prestigio, cabían en una palabra: credibilidad. Debía inspirarla si quería que su esfuerzo, iniciativa y altos valores produjeran efecto e hicieran mella en el público televidente.
Acompañados de la cámara televisiva, hemos logrado penetrar a lugares algunas veces inaccesibles para los colegas de la prensa o la radio. Así, las autoridades tenían confianza en el noticiario de nuestro canal; y, sobre todo, la comunidad también; y, además, la gente participaba en el esfuerzo que hacía nuestra televisora por ayudarla, demostrando así lo indispensable de este medio electrónico, convirtiéndonos en actores del drama y entrando a ser un elemento del mismo reportaje. Pese a ello, muchas de las manifestaciones con enfrentamientos hicieron mella en algunos de nosotros y llegaron a deteriorar nuestros equipos.
Las anécdotas son múltiples. Una madrugada despertamos alarmados ante una llamada telefónica que nos informaba de un pavoroso resplandor en pleno centro de Chiclayo. Se incendiaba el mercado central y fuimos los primeros en captar para la televisión nacional e internacional las dramáticas escenas y versiones de los afectados.
EI encallamiento de una misilera peruana, por motivos hasta ahora desconocidos, dizque “secretos” en las costas lambayecanas, nos permitió no olvidar nunca el traqueteo incesante, ante nuestros ojos y oídos, de una ametralladora portada por un infante de marina, que nos impedía el acceso a la zona sin siquiera preguntarnos ni mucho menos respondernos el por qué. La iniciativa de nuestro camarógrafo Luis Rodríguez Sánchez, que había disparado su cámara antes que lo haga el soldado amenazante, nos permitió captar la noticia; pero también seguir escuchando los disparos al aire de nuestro fortuito enemigo periodístico.
A pesar de todo, las satisfacciones fueron mayores. Como cuando recibimos nuestro primer premio nacional de periodismo en televisión, de parte de la Asociación de Exportadores (ADEX), por un trabajo documental periodístico realizado por el autor de esta nota en compañía de José Moreno Solano y Luis Rodríguez.
Lo que tratábamos de hacer en nuestro noticiario de la televisión era descubrir con realismo y sin miedo las verdades fundamentales de nuestros tiempos; abordar problemas importantes, noticias verdaderamente interesantes, cuestiones discutibles y hablar con claridad y honradez. Aunque el periodismo de la televisión no llegara a ser el único medio para muchos sectores del público, era para la mayor parte de los televidentes la fuente principal. Siendo como era, el periódico del pobre, tenía entonces una responsabilidad educativa especial de origen compilador en el mejor sentido de la palabra.

La plana periodística
En la plana de los noticiarios que tuve el honor de dirigir, estuvieron conmigo José Moreno, Oscar Capuñay Terán y Luis Rodríguez Sánchez. Se sumaron Luis Carranza Solís, Pedro Farro Guevara, Pepe Vásquez Valderrama, Miguel Silva Benítez, Luis Rentería Limo, Oscar Zegarra Cubas, Elmer Cristóbal Castro, Rina Rojas Galo, Martha Muro Atoche, Baxter Gonzales Solano, Rosa Chambergo Montejo, Iris Cubas Montes, Valentín Alvarado Ramírez, Nelly Luz Gayoso Palmer, Nena Baca, Vanessa Sánchez Vélez, Miluska Quevedo Niquén, ya fallecida, entre otros, a quienes va mi personal agradecimiento por su apoyo constante en la búsqueda de la información y grabación en video o en la narración informativa en vivo, dejando su pasión por el periodismo en cada uno de sus actos; así como a todos los que día a día en la televisora, apoyaban la salida al aire de nuestros espacios periodísticos.
Y, hay que decirlo: no somos extrabajadores de Canal 4 porque lo quisimos. La televisora, a la que a todos los trabajadores se nos obligó a renunciar, había sido adquirida por José Enrique Crousillat López Torres, en 1994.
Con el fin del gobierno de Alberto Fujimori, se encontraron diversos vladivideos, en los cuales se comprobó que Crousillat recibió cuantiosas sumas de dinero de Vladimiro Montesinos por cambiar la línea editorial de América Televisión para apoyar la reelección de Fujimori. Con ello, se lo acusó por recibir dinero ilícito del Estado y se dictó captura contra él y su hijo, José Francisco Crousillat Carreño, quienes fueron llevados a la cárcel. Pero esa es otra historia.
Finalmente, saludo a quienes hicieron posible esta reciente cita de confraternidad, especialmente a Augusto Puican, a Lalo Cumpa, hijo del colega fallecido Enrique Cumpa Velásquez y a las damas Patricia y Sumaq Tika, hijas de nuestro desaparecido amigo Luis Carranza Solís, también fundador del canal y a quien se tributó un homenaje especial. Rogamos que, desde el cielo, él, todos los fundadores y demás compañeros desaparecidos, nos sigan protegiendo hasta que nos volvamos a encontrar. (Larcery Díaz Suárez)
Informe publicado por el semanario Expresión de Chiclayo, jueves 26 de enero de 2023.


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