La noche del lunes 8 de diciembre último, en su programa “Hildebrandt en sus trece”, el periodista trajo a colación un tema que nos compete a todos los que trabajamos en medios de comunicación, a quienes quieren ser periodistas o comunicadores y a los que dicen que lo son pero que, a veces, les falta comprensión lectora y caen en el error de mentir; aunque también diríamos que, a veces, a propósito. Y también, y especialmente, el mensaje estuvo dirigido a estudiantes de educación básica.

Hildebrandt dijo: “El otro día me hicieron una entrevista y, con una gran dosis de ingenuidad me preguntaron: ¿Qué les aconsejaría a los periodistas jóvenes que se están formando? Yo les dije: leer. Pero no leer manuales de periodismo… ¡Lean literatura! Y entonces, cogí este libro, que no leía hace tiempo, de Enrique Congrains Martin: ‘No una, sino muchas muertes’… publicado en 1957 en Buenos Aires. Congrains prometía ser un gran escritor. Este es un libro lleno de promesas…”, sentenció el reconocido periodista.
LA EXPERIENCIA ESCOLAR
Dadas las circunstancias actuales, el hombre no podría leer, como hace siglos, todos los libros existentes y por eso hay que seleccionar los mejores. Y, en ese puñado de obras, más sugestivas y vitales, por las que sienta mayor afinidad, y en ellas gastar sus mejores horas.
Hay, por supuesto, profesores de instituciones educativas, en los que la práctica de la lectura, sobre todo de obras literarias de parte de sus alumnos, se hace constante. A fines de noviembre fui invitado como jurado de la Primera Feria de Letras Lourdina 2025, denominada “Compartimos espacios de lectura con la comunidad educativa”, de la IE 11521 María de Lourdes, de Pomalca, que dirige el profesor Pedro Soplapuco Montalvo.


En la foto de portada, el director, Pedro Soplapuco Montalvo, inaugurando la Feria de letras. Las alumnas habilitaron stands especiales para la exposición de la obra y autor escogidos.
Durante dos días, estudiantes de primaria y secundaria, reunidas en grupos de acuerdo a una obra encomendada por sus profesoras de literatura Edith Noelia Llontop Guevara y Paola Quiroz Ramírez, expusieron la vida, obra y novela escogida, de más de ciento cincuenta escritores peruanos y extranjeros. “Los textos las han llevado por diversos confines del mundo y ayudado a entender cómo mejor se puede desarrollar el buen uso de las palabras”, me comentó la profesora Noe Llontop.
Con pequeños stands, organizados con mucho esfuerzo y creatividad con lo que tenían a la mano, así como con cartillas informativas, las alumnas mostraron parte de la vasta producción de cada uno de sus escogidos. Desfilaron, precisamente, las novelas de Enrique Congrains, Lima, hora cero y otros relatos y la que da pie a este texto: “No una, sino muchas muertes”, expuesta por el grupo integrado por las estudiantes Massiel Herrera, Ariana Sánchez, Briguitte Cherres, Sujely Rojas y Dora Delgado, del 2° C:
Volvamos a Hildebrandt: “Los periodistas deberían leer. Y, por ejemplo, deberían leer esto. Miren cómo empieza ‘No una, sino muchas muertes’”, dijo:
“Precediendo a Berta, al fin emergió del humo que cubría gran parte del basural, y poco a poco, como para reencontrarse, fue tomando contacto con las referencias habituales del paisaje: al fondo, a medio kilómetro de distancia, sobre el barranquito que daba al acequión paralelo al Rímac, la silueta del lavadero de pomos, y en el trecho que aún debían andar, en aquel restante sector húmedo, vegetal y podrido, los chanchos y los gallinazos, repartidos por toda la blanda superficie, limpiada previamente por otros hombres y animales de lo útil para las reventas y de lo provechoso para el engorde y sobrevivencia. Asimismo, ella, Maruja, divisó a su derecha, en la otra margen del Rímac, el mísero conjunto de chozas de adobe y estera, llamado urbanización 27 de Octubre, cubierto por el humo, ya menos denso, pero en cambio extendido hasta donde su vista alcanzaba, y a su izquierda, algo distante, las chimeneas del barrio industrial de la avenida Argentina… Perfecto. Así empezó el realismo urbano en nuestra literatura”, concluyó Hildebrandt su comentario, añadiendo que la obra sirvió de base para la película “Maruja en el infierno”, del cineasta peruano Francisco Lombardi.
Por su parte, las estudiantes lourdinas me explicaron: “La obra nos da a entender cómo en los años cincuenta la sociedad sufría con diversas desgracias la pobreza, la injusticia y la marginalidad urbana. Estos temas, sin duda alguna, siguen presentes en pleno siglo XXI, en medio de nuevos desafíos”, señalaron.

Diversas ediciones de la novela que César Hildebrandt recomienda; especialmente a los periodistas, a quienes pide leer.
Llenaríamos este texto con la más de una centena de autores y obras, pero no debemos dejar de recordar las que se expusieron esos días, de los Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa con La ciudad y los perros y la Fiesta del Chivo y Gabriel García Márquez con Cien años de soledad y Doce cuentos peregrinos. Y volvimos a leer, en las voces de pequeñas y jóvenes estudiantes, mucha poesía, con el simbolismo de Eguren; la profundidad de Valdelomar; los comentarios de Garcilaso; los relatos indígenas de Arguedas y el realismo de Oswaldo Reynoso; las tradiciones de Ricardo Palma. Y mucha más literatura, de los lambayecanos Mario Puga, con su Puerto Cholo y Rastros sangrantes, de Andrés Díaz Núñez; Pero también las palabras que llegan al corazón de Juan Ramón Jiménez o La Vida es sueño, de Calderón de la Barca; el Pedro Páramo, de Juan Rulfo; y esas bellas novelas que nos ayudaron a entender mejor las palabras: Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, La divina comedia, de Alighieri; los Cuentos de la Selva, de Kipling; la Ana Karénina de Tolstoy y otro Nobel, Luigi Pirandello: Seis personajes en busca de autor.
Con los miembros del jurado, entre otros Hildebrando Briones Vela, Max Succe, Daniel Suárez y Darío Hernández, nos mostramos satisfechos de lo logrado por los docentes con sus alumnos y creemos que esto es un buen inicio para su desarrollo cultural y crítico. Y, por ello, felicito a los docentes y estudiantes que se han centrado en los títulos y autores escogidos, que también con gusto y a veces en más de una oportunidad hemos disfrutado.
Las alumnas nos hicieron llegar bellos recuerdos en miniatura. De Pirandello, su fotografía, en una paleta de helado, con un mensaje que se le atribuye a Charles Chaplin: “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes de que el telón baje y la obra termine sin aplausos”.
Los tres consejos
El lunes 8, minutos antes de que Hildebrandt saliera al aire en su semanal podcast, la periodista Milagros Núñez reprodujo en Facebook una entrevista, que me había hecho por más de una hora para su programa “Háblame de ti”, relacionada con todo lo que significaba para mí el periodismo, la profesión que ejerzo desde hace más de 50 años y sobre mi vida personal, en particular.
Casi al final me pidió un mensaje para los periodistas que se inician. Recordé los tres consejos que en 1980 me dio el mismo César Hildebrandt, cuando él era director del Programa Visión y dirigía la programación periodística de América TV en las elecciones de ese año en que se volvió a la democracia: “El primero, leer; el segundo, leer: y el tercero, leer. Leer sobre todo literatura, grandes novelas. Así se aprende a escribir bien el buen periodismo”, me dijo. Estos consejos los he compartido siempre con mis alumnos universitarios de periodismo y con jóvenes de secundaria, como esta vez en la Feria de letras.


Director y profesores de la IE lourdina, con miembros del jurado calificador de las lecturas brindadas por cada exposición.
Parte de este documento lo colgué en mi muro del Facebook y entre los comentarios que recibí fue el de mi amigo chiclayano Juan Gamarra, un erudito en filosofía, egresado de universidades alemanas: “Plenamente de acuerdo. Pero no sólo literatura, por buenas que puedan ser las novelas. Leer ante todo buenas obras de filosofía (para aprender a razonar con pensamiento crítico, que es lo que más nos falta en el Perú y América Latina)”. Le respondí: “…De acuerdo amigo Juan. Pero, si a veces algunos no saben cómo se ha construido una narración y cuando tratan de redactar se pierden en el intento; mucho menos podría esperarse de alguien que quiera leer e hilar pensamientos reflexivos filosóficos e históricos y menos escribir sobre ellos”.
Y no lo dije como crítica de lo absurdo, sino con conocimiento de causa, por la falta de comprensión lectora en algunos colegas profesionales de la comunicación. Por ejemplo, sin leer bien las normas sobre las que deberían escribir con certeza y con corroboración, obligatoria en periodismo, las frases las ponen al revés y lanzan infundios que solo dicen más de su torpeza que de su pobre ejercicio profesional. Y dicen, claro está, de su paupérrima lectura en general.
Y hablamos solo de leer, no de asimilar. La cantidad de conocimientos que la humanidad maneja en la actualidad, nos ha hecho pasar del enciclopedismo de hace tres siglos a la especialización atomizada: cada rama del conocimiento exige la entrega de toda una vida. Y para eso, como periodistas y comunicadores, hay que seguir leyendo. (Larcery Díaz Suárez).


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