Un torrente de emoción y devoción inundó la parroquia San José Obrero de La Victoria, en Chiclayo, durante la reciente misa oficiada por el P. Edgar Rimaycuna Inga, chiclayano de nacimiento y secretario personal del Papa León XIV.


En su anhelado regreso a casa, el P. Rimaycuna no solo compartió un mensaje de profunda cercanía del Santo Padre, sino que también entregó un llamado urgente a la oración y a vivir una fe auténtica frente a las adversidades. «Tenemos que defenderlo porque el demonio no va a estar tranquilo», advirtió con firmeza, subrayando que nuestra oración tiene el poder de “ayudar a toda la Iglesia”.
Con el corazón desbordante de alegría, el P. Rimaycuna expresó: “El Santo Padre nos tiene a todos en su corazón. Es una alegría particular para este servidor estar aquí con ustedes después de un año. Chiclayo es famoso en todo el mundo”. A través de sus palabras, el sacerdote hizo palpable el vínculo único que une al Papa con su tierra natal, afirmando que “no hay Diócesis en el mundo que tenga a Dios tan cercano ni al Santo Padre como la Diócesis de Chiclayo”.
La cercanía del Pontífice se materializó con la entrega de un “pequeño donativo” y, de manera especial, con la mitra papal, enviada desde Roma. Durante la solemne ceremonia, una emotiva sorpresa esperó al P. Rimaycuna: la banda de exalumnos del centenario colegio San José irrumpió con los acordes del himno de la institución, un gesto que evocó recuerdos y unió a la comunidad en un sentimiento de orgullo compartido.


Más allá de la alegría del encuentro, el P. Rimaycuna elevó un pedido vehemente a la feligresía: orar por el Papa. En su homilía, enfatizó que este deber no solo es una obligación para todo cristiano, sino que adquiere un significado especial para los chiclayanos que conocen al Pontífice.
El sacerdote también desafió a los fieles a vivir con coherencia, a que sus vidas sean un reflejo del Evangelio que el Santo Padre predica. Hizo un llamado a la acción concreta: “Si solo pensamos en nosotros mismos o pensamos en ayudar a los demás…”. Las palabras del P. Rimaycuna invitaron a la reflexión sobre el verdadero significado de la fe, a no ser de aquellos que “se suben al carro” solo por tener al “papa chiclayano”. La verdadera devoción, concluyó, se mide en la caridad, en el tiempo dedicado a los demás, y en la ternura con la que socorremos a quienes más lo necesitan.


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