El empoderamiento de las mujeres como motor social

La sociología, como ciencia social, ha venido estudiando los cambios y dinámicas que configuran nuestras sociedades. Su aporte es clave para generar políticas orientadas a garantizar la equidad dentro del sistema social, propiciando la participación de los sectores históricamente menos favorecidos. Dentro de estos sectores, las mujeres han enfrentado brechas estructurales que limitan su desarrollo pleno en todos los ámbitos de la vida.

Desde los inicios de la historia, hemos sido testigos de múltiples formas de subordinación hacia las mujeres. Durante siglos, se les asignó un rol estrictamente doméstico, negándoles el derecho a decidir, a trabajar y a vivir con dignidad. Esta situación fue reforzada por actitudes machistas que, aún hoy, dificultan su libre desarrollo social y su independencia económica.

Frente a esta realidad, desde hace más de 50 años se han venido diseñando estrategias para promover la participación activa de las mujeres en la vida pública. Es en este contexto que surge el concepto de empoderamiento, inicialmente en la década de 1960, aplicable a todos los grupos sociales, pero centrado en sus primeras etapas en el colectivo femenino.

El término cobró mayor relevancia en los años 90, gracias a organizaciones como DAWN (Development Alternatives with Women for a New Era), un grupo de mujeres investigadoras que impulsó el acceso a posiciones de liderazgo, el control de recursos y el fortalecimiento de capacidades. Su objetivo era claro: lograr que las mujeres tuvieran un rol protagónico en todos los ámbitos de la sociedad.

Aunque inicialmente vinculado al feminismo, el concepto de empoderamiento ha trascendido, abarcando también a otros grupos marginados, promoviendo su inclusión social, su acceso a recursos y su participación equitativa en los procesos de cambio.

La IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, consolidó el empoderamiento como un objetivo prioritario. A partir de entonces, múltiples instituciones lo adoptaron como principio rector en sus políticas de igualdad.

De acuerdo con ONU Mujeres, empoderar a las mujeres para que participen plenamente en todos los sectores y niveles de las actividades económicas es fundamental para: construir economías sólidas, establecer sociedades más justas y estables, así como mejorar la calidad de vida de mujeres, hombres, familias y comunidades en general.

Hoy, gracias al aporte de los estudios sociales y al trabajo constante de muchas mujeres y aliados, podemos afirmar que el empoderamiento femenino constituye un motor transformador de la sociedad. Las mujeres actúan como agentes de cambio social en todos los territorios —urbanos y rurales—, generando impacto y construyendo, junto a los hombres, un mundo más equitativo para las próximas generaciones, a pesar de que aún tenemos un camino largo por recorrer, los avances en el empoderamiento de las mujeres nos indican que con mucho esfuerzo y una mejor educación es posible convivir mejor.

Quisiera cerrar con una frase que resume la esencia de este artículo:

“Un país que invierte en las mujeres es un país próspero, porque tiene diamantes que lo ayudarán a brillar.” (Soc. Juliana Arias Becerra)

Fotos: DAWN