El libro Alma lambayecana tiene uso pedagógico, porque contiene un macrotexto y un discurso fotográfico, dentro de las disciplinas semiótica y etnográfica. “Es decir, este libro puede ser situado en un contexto de interacciones pedagógicas formativas, tanto en la escuela básica como en la superior”, afirmó el magister Milton Manayay Tafur, docente en la Facultad de Ciencias Histórico Sociales y Educación-FACHSE, de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo.

Fue al desarrollar un comentario especializado durante la presentación del libro “Alma lambayecana en la mirada de los fotoperiodistas Quiroga. Colección inédita de hace medio siglo”, en la misma universidad y previa la exposición de la colección de fotografías de los hermanos Teófilo y Humberto Quiroga. Ambas actividades fueron organizadas a través de la FACHSE, por el Departamento Académico de Educación, Escuela de Arte y la Unidad de Seguimiento al Egresado, y coordinadas por el catedrático Tomás Serquén Montehermoso.
Manayay señaló que Alma lambayecana, el libro de Larcery Díaz, es un documento de estudio en centros como la universidad y a carreras como Humanidades les corresponde entrar en diálogo con estos textos, situarlo dentro de sus espacios de investigación y formación; y también a las escuelas de formación básica, para empezar a fomentar y generar esas aspiraciones de las escuelas de hoy, que son llevar al alumno hacia el pensamiento autónomo.
Asimismo, brindó una serie de puntos respecto a la unidad pedagógica formativa que se observa en el libro que, dijo, se puede ver como un gran texto. “Si bien es un texto de imágenes, se pueden encontrar fotografías que captan distintas escenas y momentos de la realidad lambayecana; es un gran texto global donde habitan muchos textos. De manea que la estructura misma del libro es un macrotexto”, planteó.
Afirmó que, así, Alma Lambayecana es un macrotexto fotográfico, por el tipo de imágenes que contiene, un conglomerado de fotografías; y, a la vez, es un discurso fotográfico, con imágenes que desarrollan acciones en la vida social.
Señaló que las disciplinas que permiten ver el libro desde esas dos perspectivas, son la semiótica, como disciplina de la significación, sistema de conocimientos que explora cómo funcionan precisamente los sentidos dentro de los artefactos culturales; y, también la etnografía, como disciplina que ayuda a ver las fotografías ya no solo como imágenes, sino como representaciones de comportamientos culturales.

Condición dialógica del texto fotográfico
Según el análisis del catedrático universitario, de acuerdo con el diálogo, la fotografía no solo contiene la presencia, la mirada, la voz de un actor, sino que allí concentran y pueden participar múltiples voces y miradas; de manera que se pueden generar encuentros a veces de actores sociales que pertenecen a momentos y realidades distintas. “El texto fotográfico es un encuentro de voces, de miradas, de sujetos y de actores que han compartido o son contemporáneos en un mismo momento; pero que también pertenecen a momentos históricos diferentes y que ahí pueden converger porque esa es la dinámica cultural”.
Ahí -dice- se pueden generar dos conceptos: el de transtextualidad, donde un texto está hecho de muchos textos; y el de interdiscursividad; de cómo las distintas fuerzas sociales con que funciona un texto fotográfico, en distintos momentos, pueden amalgamarse y funcionar y buscar otros modos de significación.


La fotonoticia y la fotomemoria
Milton Manayay explicó que, por ejemplo, esta idea se puede ver en los cinco bloques de fotografías con los que se presenta el libro de imágenes de los hermanos Humberto y Teófilo Quiroga Ramos, que han participado en la vida fotoperiodística de Lambayeque.
“En la vida de los Quiroga también participó Larcery Díaz dentro de las actividades periodísticas. De manera que podemos ver que estas fotografías se instalarían dentro de la mirada de los Qurioga en el marco del espacio de fotonoticia; es decir, cumpliendo una función como discurso, pues son fotografías para comunicar e informar. La fotografía aparece aquí como un registro dentro del acontecer cotidiano. Pero, dentro de la posición de Larcery Díaz, la fotografía aparece como registro del devenir lambayecano, o sea que ya tienen la función de cumplir el rol de fotomemoria; es decir, ya no solo el acontecimiento cotidiano transformado en noticia, que se divulga públicamente a través de la labor fotoperiodística de los hermanos Quiroga, sino que el trabajo de los fotoperiodistas, Larcery Díaz los organiza con otra intención comunicativa: que este conjunto de fotografías pueden pasar a formar y ser un signo de construcción de la memoria lambayecana; de una memoria elaborada desde la cotidianeidad, de la vida de cada día de Lambayeque”.
Explicó que el alma es un concepto romántico. Las personas no solamente tienen alma, sino que los europeos consideraban que las nacionalidades, los conjuntos, los lugares donde han nacido, también pueden tener un alma. “Y esa alma, que se hace llamar el alma nacional, habría que construirla mirando hacia el pasado; es decir, si una sociedad mira hacia el pasado, puede identificar y construir el alma que nuclea a todos los que han nacido en el territorio. Aquí, Larcery Diaz, reuniendo esta perspectiva discursiva, la articula a la perspectiva de los Quiroga”
Una lectura transversal
El segundo punto es que el libro se convierte en un objeto cultural que puede ser leído transversalmente; no con una lectura aislada, donde cada texto podemos leerlo de manera autónoma, sino estableciendo conjuntos, campos que expone, relaciones, viendo recurrencias. “Si bien Larcery Díaz tiene una decisión y un ordenamiento respecto al texto, en una instancia de producción de autor, nosotros como lectores, para entrar a generar otra línea dialógica con el texto, podemos trazar una línea de transversalidad y hacer una lectura horizontal, que nos permita detectar campos de significación en los conjuntos o subconjuntos fotográficos”.
En esta lectura transversal como lectores, dijo, por ejemplo, encontrar en tres fotografías narrativas que la semiótica diría como de la vacuidad, la carencia y la inequidad, cuando los sujetos sociales quedan en sus intensidades emocionales reducidas a cero y los espacios de acción también reducidos a la nada. “Y también estas narrativas podemos verlas dentro de la semiótica francesa del mito de la ciudad moderna; de cómo esta y sus instituciones (Municipalidad de Chiclayo, Seguro Social y exhotel de Turistas), pueden generarse como símbolos citadinos, urbanos; pero símbolos que a pesar de generar cambios en el mundo social, sin embargo el ser humano sigue teniendo carencias y ausencias en su calidad de vida o en sus condiciones de una vida digna o justa. Estas tres fotografías, por ejemplo, comparten un rango de contrastes, que podemos cuestionar sobre cómo se construyen estas narrativas con mitos que le llama la semiología de Roland Barthes sobre la modernidad.



Previa la exposición, los profesores Juan Carlos Granados, en representación del decano FACHSE y Percy Morante Gamarra, dieron la bienvenida al autor del libro y le entregaron un reconocimiento. Por su parte, alumnos de la Escuela de Arte hicieron disfrutar al público, con brillantes intervenciones de danzas, incluso durante la inauguración de la muestra que continuará en la sala de lectura de la biblioteca FACHSE, segundo piso, hasta el próximo 7 de setiembre.








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