Luis Montenegro: Cura con toronjil pero ha creado 60 nuevas medicinas (Primera entrega)

Hasta el lugar en el que el doctor Luis Montenegro atiende, a veces han llegado pacientes que, si los toca, empiezan a llorar. Sienten mucho dolor, no solo físico sino también espiritual. Montenegro les pide tranquilizarse. Y los escucha. Tras los minutos en que los sufrientes hablan, se retiran afirmando que “se sienten aliviados”. Además, llevan consigo la receta farmacéutica del poeta Neruda: “Un pequeño dios en cada píldora”.

Por: Larcery Díaz Suárez y Jesús León Ángeles

Luis Alberto Montenegro Serquén es un químico farmacéutico chiclayano que, junto con su esposa Elisa Trinidad Rivasplata Villanueva (fallecida hace cinco años), creó la farmacia Santa Verónica en la que, personalmente, escucha a quienes padecen algún mal. Han pasado 44 años y, desde que se abrió Santa Verónica, hasta antes de la pandemia, mañana y tarde, exceptuando los domingos atendía de 90 a 100 personas diarias, trabajando quince horas, desde las 7:00 am hasta las 10:00 pm.

Si nos atuviéramos a una proporción matemática, en toda su existencia en Santa Verónica, Montenegro ha escuchado las dolencias de más de un millón de personas (casi toda la población del departamento de Lambayeque).

Poco a poco Santa Verónica crecía porque tenía la ventaja del crédito de la gente, porque Montenegro es chiclayano y por la amistad que brinda. Luego vino el reconocimiento del cajamarquino, el amazonense, el trujillano y de otras partes del norte.

Una vez una señora le espetó: “¡He hecho una fila muy larga en su farmacia para que me diga que tome toronjil!”. La mujer no conocía -como sí el doctor Luis Montenegro-, la serie de propiedades del toronjil; planta cuyo principio activo es un calmante que, tomado en infusión, da cierto grado de serenidad. “Mucha gente dice que sirve para el corazón. Y sí, pues, a veces el corazón está enojado y quiere calmarse”, sentencia el químico farmacéutico.

Desde el inicio de los tiempos, la humanidad se ha defendido. Cuando una población necesitaba curarse lo hacía con lo que había: plantas, animales, minerales y ritos. Se curaban con cuyes, santiguadas rezando con cruces o con el huevo de gallina en una mano. Si se hiciera una lista de todos los recursos que utilizó la humanidad para tratar enfermedades, habría que inventariar casi todo lo que existe. En la antigüedad, de la “digitalis purpúrea” se producía un cardiotónico. Es una planta cuya forma, similar a un dedal, dio lugar a su nombre; y sus hojas, contienen una poderosa toxina, la digitalina.

El doctor Montenegro explica que los medicamentos que usa una sociedad van de acuerdo con la sociedad misma. Por ejemplo, en Cañaris, distrito ferreñafano de Lambayeque, sus habitantes se han criado en situaciones diferentes a las de la costa; se acude al curanderismo y usan como medicina diversos productos; incluidas las sonajas para despertar al paciente. Y un medicamento de la costa solo entra si el paciente está grave. Lo mismo sucede con los awajun, los ashaninkas. Cada sociedad le da características a la terapia y esto está relacionado a los medicamentos que han experimentado.

Creación de 60 nuevas medicinas

Montenegro, con su esposa Elisa Rivasplata, elaboraron cerca de 60 nuevas medicinas con precios accesibles a la mayoría de la población. Perro recomendaban el toronjil, planta medicinal con cualidades diuréticas, digestivas, antiinflamatorias, analgésicas, calmantes, sedativas, antiespasmódicas, carminativas, antivirales, antioxidantes, descongestionantes y expectorantes. Una vez llegó a Santa Verónica una madre con su hijo que mojaba sus manos cuando le tocaba examen. Lo habían llevado al sicólogo y al neurólogo. El doctor Montenegro lo observó. “Si le doy lo que ya le han dado va a seguir con lo mismo. Los problemas del sudor son por terminaciones nerviosas y a veces hay que operarlas. Vamos dándole toronjil”. La madre regresó a contar que a su niño ya le había pasado; se sentía más seguro.

“¿Qué hay de todo esto? A veces ni yo entiendo. Hay gente que me dice: ‘Después de haber gastado tanta plata, con lo que me diste me fue bien’”. ¿Qué están haciendo los laboratorios? Elaborando productos en base a plantas con características ansiolíticas, con hierbas con propiedades relajantes.

Los productos que elabora Santa Verónica tienen respaldo en la farmacopea, libro oficial que codifica los principios activos, excipientes y productos y contiene las especificaciones que deben cumplir para demostrar su calidad y resguardar la salud de la población. “La farmacopea se refiere a libros recopilatorios de recetas de productos con propiedades medicinales reales o supuestos, en los que se incluyen elementos de su composición y modo de preparación editados desde el Renacimiento”.

Pero los de Santa Verónica, que están en la farmacopea, no son comerciales. Por ejemplo, la pomada Whitfield, producida en 1930 para los talones (Conocida como pomada de ácido benzoico y salicílico, pomada de Whitfield combina la acción fungistática del benzoato con la acción queratolítica del salicilato). Hoy se le llama Benzosaiciato, que no existe en el mercado; o también la solución Burow, para heridas rezumantes o “heridas que lloran”. (Solución de Burow o Agua de Burow, preparación compuesta de acetato de aluminio disuelto en agua. Fue inventado en la mitad del siglo XIX por Karl August Burow. Tiene propiedades astringentes, antipruriginosas y antibacterianas y se usa para enfermedades de la piel como picaduras de insectos, erupciones, inflamación, sarpullido, alergias y moretones).

Ahora, esta solución se aplica y la gente se sana. Y no es magia. El producto se usaba hace dos siglos. Ahora y desde Santa Verónica se está reactivando. “Muchos médicos están volviendo a usar estos productos, porque emito siempre las indicaciones, en esto que, por ejemplo, es acetato de aluminio”.

La mayoría de sus productos llevan la terminación “Ver”, de Verónica.

Los primeros productos

Los primeros productos que Santa Verónica elaboró fueron los que el médico recomendaba con una orden. Como la Crema Darier, para el sarpullido; y también la Crema Darier con calamina, para el picor que produce el sarpullido y para escaldaduras; producto que medio Chiclayo ha usado desde niño. Desde hace 30 años cuesta 5.00 soles. O el Dolorub, una crema contra el dolor reumático y musculares que desde 1992 no ha cambiado su precio: 10.00 soles.

También se prepararon gotas oftálmicas. Cuando en 1998 Chiclayo tuvo una pandemia de conjuntivitis, se preparó el Conjuntiver, que hasta ahora se vende. A propósito, la terminación “Ver” -referido a Verónica-, se bautiza por determinada enfermedad: Dolover, Respiver, Urover, Micosiver, etc. Algunos llevan por, ejemplo el Dolover (Analgésico y relajante muscular en cápsulas), diciendo que es la única pastilla que le cae bien a su pariente. “Es un reconocimiento a mi labor”, afirma Montenegro.

La mayor parte de productos de Santa Verónica tienen carácter genérico, elaborados en base a reactivos. Un reactivo puede ser el Paracetamol, que al tabletearlo en 500 miligramos producen el Panadol, Quitadol…, etc. Y su creación se ha dado más por necesidades tópicas, para problemas de acné, manchas, seborrea, rosácea, psoriasis, herpes. “Llegó una paciente de Bagua (Amazonas). Le habían recetado algo que no tenía nada que ver con herpes (infección causada por un virus. El herpes bucal provoca llagas alrededor de la boca o en el rostro. El genital es una enfermedad de transmisión sexual).

Para cada paciente hay una respuesta”, afirma Montenegro.

En esta zona del Perú, al herpes a veces le llaman “lamedura de araña”, porque más se presenta en los labios. Para “matarlo”, la gente se coloca la ceniza del cigarro caliente, el tenedor caliente, etcétera. Ante el medicamento que Montenegro le proporciona, va mirando. “Regresa en una semana o dos, como vaya progresando o no el medicamento o la enfermedad”.

Recuerda que un abogado vecino padecía de herpes. Encima, era malgeniado.

– “Me han dado tantas cosas que estoy más enojado todavía”, decía.

Le dio una crema. A los dos días volvió para agradecer porque se le había quitado el dolor. Le obsequió cuatro libros que había escrito sobre derecho y otras tradiciones de los pueblos lambayecanos. Por la amistad que tenía, se le reprochó también amicalmente:

– “¿Cómo no te va a dar herpes si andas enojado?

¿Y qué le había dado el farmacéutico? El Aciclovir mezclado con lidocaína, que es un gel anestésico contra el herpes que produce Santa Verónica. “El herpes de una u otra forma afecta las terminaciones neurológicas. Su predisposición es tristeza, pena, miedo, ansiedad, depresión.

Aquí además se prepara una crema de azufre y eritromicina para el acné (La grasa y las células muertas de la piel tapan los poros y puede haber lesiones, granos o espinillas). En su mayoría lo padecen los jóvenes. El sufrimiento llega a producir huecos en la cara; más por estrés también.

Para la seborrea hay un producto que viene de la India: Aceite de Cade. Se importa e igualmente se elabora como shampoo. La seborrea es una afección cutánea, inflamatoria y común. Provoca escamas en áreas grasosas como el cuero cabelludo, la cara o dentro del oído.

Un ungüento que se prepara en diez potes al día, es la Pomada ureosalicilada, para la psoriasis, inflamación crónica de la piel cuyo tratamiento hasta ahora solo es tratable. Es una enfermedad cutánea con presencia de placas eritematosas, localizadas en codos, rodillas, y cuero cabelludo. Muchos van a la farmacia y la llevan como producto permanente, porque, además, cuesta 10 soles. Un producto similar de marca costaría no menos de 80 soles.

Marcela Beatriz, hija del doctor Montenegro, cuenta con maestría en España en formulación de medicamentos y estudios en administración y contabilidad.

Marcela, hija del doctor Montenegro, que lleva una maestría en España, trata de traer una crema que vale 2,000 euros el gramo. Con un gramo, en Santa Verónica se podrían hacer dos mil potes pequeños de cremas. Y así como este, hay otros productos en el extranjero, a precios inaccesibles. “Lástima que en Perú no se fabrique nada de esto y se tenga que importar, primero a Lima y luego a Chiclayo, para acá reconstituirlo”. El problema es que al trasvasarse del original pierde calidad; lo que podría dar resultados no gratos.

Así como el ama de casa que sabe cocinar, Montenegro afirma que con la profesión es más fácil observar y en el tiempo ha aprendido ingredientes y cantidad de personas por atender. Con su hija aspira a un laboratorio farmacéutico con lo que la ley pide. Por ahora se hace lo que la farmacia permite; pero lo que hacen todavía no pueden venderlo para que otros vendan; es como una fórmula magistral para que otros se curen. No obstante, la gente quiere en cantidad y le responden que aún no es comercializable. Un producto de Santa Verónica, de 5 soles, lo podrían vender a 50 soles y más. Ha pasado; incluso hasta le cambian de etiqueta.

Por ejemplo, Santa Verónica tiene un producto en base a la Hidroquinona (que ahora es con uso restringido, con prescripción médica) para quitar manchas de la cara. Se vendía a 10 soles (en el mercado, con otras marcas, cuesta de 30 a 180 soles). A la farmacia llegó una mujer a la que se le había formado un eccema en la cara. Al preguntársele qué se había aplicado para aliviar, mostró la crema (de Santa Verónica), que le vendieron en un establecimiento equis a 100 soles. Por eso, ahora se limita la venta, porque hay quienes quieren más de un producto, “para todos sus familiares”, pero lo hacen pensando en el negocio. “Nuestra intención no es vender más, sino vender a las personas que lo necesitan”.

En frasco o en pote, los medicamentos llevan la fecha de producción y de vencimiento.

Micosiver, es un antimicótico en gotas para detener el crecimiento de los hongos que causan las infecciones. Es antisudoral, antimicótico y desodorante. Pero también hay Micosiver para uñas (con ácido undecilénico al 25%), especialmente para la micosis de uñas. Y también el Lait de Roses (Leche de Rosas), loción limpiadora para todo tipo de piel. Cada producto lleva la fecha de producción y también la de vencimiento.

(Segunda entrega – Luis Montenegro: Tanto el cólera como el covid se enfrentaron a la Santa Verónica).