¿Cuántas tumbas semejantes a las del Señor de Sipán se habrán destruido en nuestro país?, se preguntó hoy Walter Alva, respondiendo que el Señor de Sipán no es más que uno de los miles de exponentes de nuestra historia ancestral que han sido saqueados y destruidos. “Y una sola tumba, excavada científicamente, ha permitido cambiar radicalmente nuestros conceptos sobre la arqueología, los patrones funerarios, las costumbres de una cultura. ¡Y miren lo que se ha perdido atrás! ¿Cómo detener este saqueo que ha persistido y sigue persistiendo furtivamente aún en nuestra región?”, inquirió.
Así lo precisó durante la inauguración de la sala de exposición temporal “Walter Alva y sus aportes en la lucha contra el tráfico ilícito de patrimonio cultural”, en la misma que, además, se presentó por primera vez algunas piezas recuperadas del saqueo y repatriación de bienes culturales que fueron traficados ilegalmente a los Estados Unidos y Europa.
Previamente habló el arqueólogo Edgar Bracamonte, director del Museo Tumbas Reales de Sipán, reconociendo la labor de Walter Alva y señalando el homenaje que esta entidad le tributa a su esfuerzo y dedicación. Asimismo, intervino Vania Távara, del Patronato de Sipán, quien igualmente rindió homenaje al trabajo desarrollado por Alva durante todos los años de labor en defensa del patrimonio arqueológico de Lambayeque y el país.

Lucha contra los huaqueros
Walter Alva recordó que el huaqueo estaba muy enraizado en nuestra población y por ello se tuvo una tarea muy difícil. “Tuvimos que hacer dos frentes: primero, promover en la población la idea que destruir nuestros monumentos era destruir nuestra historia. En segundo lugar, tuvimos que aplicar la ley; y la ley decía y sigue diciendo que está prohibido saquear o alterar los monumentos que son documentos de nuestra historia”.
Dijo que en ese momento se recibió la colaboración de la policía para realizar las pesquisas en lugares donde verdaderas bandas de huaqueros organizados asolaban el territorio de Lambayeque. Había monumentos como el cerro Corbacho, donde literalmente no se puede encontrar un metro cuadrado que no haya sido removido por los profanadores. De ahí se han extraído maravillosas obras de arte que son ofrecidas como obras de arte antiguo.
“Cuánta información se ha perdido; e igual cuánta información se perdió en Batán Grande. Lambayeque ha sido territorio de saqueo durante toda la vida republicana. El huaqueo se tomaba casi como un deporte y hasta se creó una marinera folclórica que le hace gracia al huaquero (Yo soy el huaquero viejo, que viene de sacar huacos…)”, remarcó.
Manifestó que en ese momento, quitar de la mentalidad de la gente ese concepto de que en cualquier lugar se podía excavar, era una tarea difícil. En las fechas de Semana Santa, miles de personas iban a los monumentos premunidos de palas y herramientas, no solo para buscar los objetos que podían llevar a sus casas o vender a los traficantes, sino también para destruir los módulos y las paredes de los monumentos.


Protección arqueológica
Señaló que en el museo Brüning de Lambayeque se constituyó un modelo de lo que fue la lucha contra el saqueo de los monumentos arqueológicos, con la formación de los Grupos de Protección Arqueológica-Grupas, un trabajo pionero realizado por los arqueólogos Susana Meneses y Carlos Wester, para organizar a la población campesina mediante charlas y reuniones de capacitación, para que ellos mismos formen una especia de rondas campesinas que vigilaban los monumentos. Estos Grupas tuvieron su punto culminante cuando cerca de 900 personas se reunieron en el pueblo de Úcupe, para organizarse y juramentar como defensores de nuestra herencia cultural. Ese ejemplo es único en el mundo y ha sido destacado por revistas especializadas a nivel internacional.

La repatriación
El otro capítulo fue conseguir la repatriación de los testimonios que habían sido saqueados y llevados al exterior por el mercado de antigüedades. Existe un cuadro que se ha elaborado de cómo opera el tráfico de piezas arqueológicas, desde el huaquero, que es un hombre que por desconocimiento acude a los monumentos para extraer objetos que vende a un traficante local; este a uno traficante internacional; y después los mejores exponentes arqueológicos terminan en colecciones privadas de museos del exterior.
Qué han quedado después de todo eso: monumentos perforados, destruidos, de donde no se puede reconstruir la historia, reflexionó.
“Imaginémonos lo que ha sido la zona para el saqueo en Trujillo. En la época de la colonia se saquearon las tumbas de los reyes chimú. Constituían un imperio. Si los mochicas eran una cultura regional, los chimús eran un imperio. En la tumba del Señor de Sipán se encontraron los restos de tres mujeres acompañantes. En la tumba de un rey chimú, que fue saqueada, se han podido reconocer hasta 30 mujeres que fueron sepultadas con él”. Incluso dijo que existen documentos coloniales que hablan de libras de oro que iban a la fundición, producto del saqueo de Chan Chan.
Recordó la lucha para evitar que exista una demanda de bienes culturales. Así, se consiguió una ley en los Estados Unidos, que prohibía el ingreso de bienes culturales saqueados en Sipán; fue una ley de emergencia que dio Norteamérica para proteger Sipán, antes incluso que el Congreso del Perú haga lo propio. También se dio una lucha internacional, participando en eventos, para poder presentar al mundo lo que estaba pasando en el Perú.

Guía audiovisual y sala de discapacidad visual
Así mismo, el museo presentó la guía audiovisual conformada por más de 300 videos que pueden ser visualizados y descargados mediante códigos QR en cada vitrina. Estos videos están en inglés, quechua lambayecano y lengua de señas peruanas.
Finalmente, se inauguró la sala permanente para personas con discapacidad visual, donde se contarán con paneles en sistema braille y réplicas de los principales ornamentos y emblemas del Señor de Sipán y otros personajes de la cultura Mochica. Estos objetos de alta calidad estarán a disposición de los visitantes, quienes podrán manipularlos para complementar su visita.


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