Cubierto de innumerables anécdotas que cada día vivió y compartió con autoridades y periodistas de su época y toda su familia, ha partido a la eternidad el amigo lambayecano Eleuterio “Luthy” Custodio Reluz. Él y uno de sus hijos, fueron protagonistas de este trabajo que hoy reproducimos y que en agosto del 2005 ganó el Concurso Nacional de Periodismo “Redescubramos nuestro 28 de Julio”, convocado por la Asociación Civil Transparencia, la Acción Ecuménica Sueca Diakonia y Save The Children, de Suecia.
No sólo por ser peruano. Es porque en verdad es del Perú, nombre que llevó con orgullo cuando conquistó un campeonato de atletismo, y que hoy pasea por tierras nacionales y extranjeras como presidente de la Tuna Universitaria de la Universidad Pedro Ruiz Gallo de Lambayeque.
Y ¿cómo no iba a ser, si el año en que Luthy del Perú Custodio Hernández nació, en 1981, casi se origina una guerra con Ecuador, que una vez más intentaba invadir nuestras fronteras?

Luthy Costodio, hijo y padre.
Posiblemente había sido en noviembre de 1980, meses antes de que Luthy del Perú naciera, que soldados ecuatorianos comenzaron a instalarse en el P-22, bautizado después por el presidente Belaúnde como «Falso Paquisha».
Lo que sí es cierto –según la edición 634 de la revista Caretas de entonces, que hoy reviso-, es que en enero, poco antes de que un helicóptero de la FAP fuera alcanzado por un disparo, desde las laderas de la Cordillera el Cóndor, el Embajador del Ecuador en Washington denunció ante el departamento de estado movimientos de tropas peruanas en la frontera.
¿Qué pasaba? Nada. Todos los años, cuando se acercaba la fecha del aniversario del Protocolo de Río de Janeiro, se esperaba algún «evento». Esto era de cajón. El Perú estaba satisfecho con el Protocolo, por lo cual era evidente que el único preocupado en armar jaleo alrededor de él era Ecuador. De todas maneras, se había hecho costumbre que en enero, en ambos lados de la frontera, hubiera algo más de vigilancia. Esa denuncia se sumó a la truculenta advertencia que ya había hecho Alfonso Barrera, el antiperuano canciller ecuatoriano, sobre la inminencia de un importante mensaje del presidente Jaime Roldós para el 29 de enero, día del 39º aniversario del Protocolo de Paz, Amistad y Límites. La denuncia, fue, en todo caso, una nueva modalidad en la entonces usual estrategia ecuatoriana, que jugaba con visible hipocresía al David escondido, al chiquito que se quejaba permanentemente de los abusos de un Goliat cholo que no quería dejarlo chapalear en el Amazonas.
En este estado de cosas, la penetración en la ladera suroriental de la Cordillera del Cóndor, en una zona agreste y difícil, en que las cumbres delimitan con toda claridad la frontera entre los dos países, para ocupar dos puestos de vigilancia que habían sido abandonados hacía tres años por el ejército peruano, y luego, construir un tercer emplazamiento más importante, internándose 20 kilómetros en nuestro territorio, no pudo haber sido ni causal, ni producto de algún error.
Lo que sí pudo haber sido accidental, producto quizá del nerviosismo de algún soldado de «gatillo fácil», fue el descubrimiento de la infiltración. Posiblemente Ecuador hubiera preferido pasar inadvertido allí un tiempo más y consolidar una punta de lanza en territorio peruano, para exhibir y luego cuestionar todo el principio de la delimitación en la zona.
El deliberado uso del nombre Paquisha en el puesto de infiltración, repitiendo la nomenclatura de un poblado que está en el lado ecuatoriano, apuntó burdamente a una intención non sancta…, lo mismo que la apresurada concentración de tropas y material bélico a lo largo de la frontera apenas se generó el primer incidente.
Así, la inicial concentración de fuerzas militares ecuatorianas en puntos clave de la frontera, indujo también a un movimiento masivo peruano de efectivos militares. Renuente el Perú a ser empujado a una situación de conflicto que parecía buscar Ecuador por todos los medios, al final perdió la paciencia y mostró los dientes. A Tumbes fueron desplazados importantes efectivos de la División Blindada. La aviación fue puesta en «alerta roja». Se advirtió que los vehículos podrían ser requisados «si fuera necesario». Los chiclayanos recordamos que se decretó el «oscurecimiento» precautorio en todo Lambayeque, así como en Piura y Tumbes.
En tanto, en Chiclayo, el protagonista de esta historia aún ni balbuceaba en busca del natural alimento materno. Y su padre se alimentaba con noticias constantes sobre la inminente guerra con el vecino país.
Fue este sentimiento patriótico que llevó a Luthy Custodio Reluz y a su esposa, Alejandra Hernández Hernández, a colocarle a su primer hijo el nombre de Luthy del Perú, bautizado con el padrinazgo del entonces jefe de la Sétima División de Infantería con sede en Lambayeque, general EP Francisco Mauri López.
Luthy papá se convenció aún más de su identidad de peruano y de su idea de bautizar con el nombre de Perú a su primogénito, cuando se enteró que el presidente Belaúnde se dirigió al teatro de operaciones, acompañado del entonces Comandante General del Ejército, general Rafael Hoyos Rubio y supo que caminando por zonas recién bombardeadas, escenario de recios combates, el jefe de Estado rindió homenaje a los soldados peruanos que habían desalojado a los invasores y se inclinó ante las sepulturas de los adversarios muertos en acción y que luego pidió la bandera que había sido izada en la recaptura del P-22 para llevarla a Lima y flamearla en Palacio de Gobierno, en una impresionante ceremonia cívico patriótica. Hoyos Rubio moriría en junio de ese mismo año 1981 en un abrupto paraje piurano, al desplomarse el helicóptero en el que viajaba.

Luthy Custodio Reluz, en el parque de Chiclayo.
Yo me llamo Perú
Luthy del Perú Custodio Hernández, nacido el 9 de enero de 1981, sintió así, desde los primeros meses y antes, toda la fuerza que da ser del Perú. Y, desde allí, no ha parado en dejar bien puesto el nombre que lleva, que a la vez es el nombre del Perú. Estudió primaria en el Inmaculada Concepción y secundaria en el Pedro A. Labarthe. Actualmente cursa el décimo ciclo de Economía en la Universidad Pedro Ruiz Gallo, donde es presidente de la Tuna Universitaria.
Le preguntamos por qué cree que sus padres escogieron este nombre tan sugestivo para él: del Perú. Señala que siempre que buscó la respuesta remarca la fecha del conflicto con Ecuador. «Era el primer hijo varón y mi padre no quería que pase desapercibido; quería que sea grande. Se reunió con sus amigos, entre ellos el general Mauri. En una de estas reuniones, me pusieron el nombre de Luthy, como mi papá y del Perú, para rememorar el conflicto», señala, orgulloso.
No obstante, precisa que al comienzo, dada su corta edad, en el colegio le incomodaba cuando se burlaban de su nombre y él no entendía porqué lo hacían, pues lo llamaban peruano, o peruanito. «Conforme vas madurando y logrando muchas cosas, te das cuenta que no solo la persona hace al nombre; en este caso, es el nombre el que me ha hecho a mi ser un peruano de pura cepa».
Su padre interviene para aclarar que el nombre de Luthy del Perú no reza con el Bristol (Almanaque antiguo que consignaba los nombres de los santos). «Antes, la fecha de nacimiento de alguien caía con el nombre de San Telésforo y nuestros padres nos ponían de nombre Telésforo. Por ello, este nombre lo escogí como algo especial para mi hijo y en un momento especial; por ello, aconsejo a los padres a que también coloquen el nombre Perú a sus hijos, sobre todo en estos tiempos en que nuestro país requiere ser resarcido, porque malos peruanos lo han llevado casi al desfiladero», sentencia.
Asimismo, en el colegio Labarthe, de Chiclayo, asesorado por el atleta cubano Jesús Otolongo, Luthy del Perú llegó a ser campeón de atletismo. «Cuando me llamaban al estrado para recibir diplomas, el director del plantel mencionaba mi nombre completo: Luthy del Perú Custodio Hernández. Creo que fue allí que más me agradó mi nombre. También cuando salí fuera de Lambayeque. Como anécdota quizá trivial, en Ecuador para Fiestas Patrias y octubre, también representando al país con la tuna universitaria, los chicos decían: ahí viene el peruanito. Lo decían quizá no tanto por ser del Perú sino por mi nombre mismo. Ahora llevo mi nombre con mucho orgullo y porque, además, es único». Agrega que a cualquier lugar donde va –ha estado en Chile, Ecuador y Bolivia-, se presenta como Luthy del Perú. «Me llena de satisfacción, porque quiero dejar muy alto el nombre de mi país y el mío».
No obstante, con sus juveniles veinticuatro años, Luthy del Perú se muestra mortificado cuando habla de la situación actual del país. Reflexiona en el sentido de que «al parecer los representantes de toda institución gubernamental o de partidos políticos, buscan sus propios intereses, llegar al poder para llenarse los bolsillos; y, lo que es peor asumiendo esto a través de la corrupción». Y añade que «en nosotros, sobre todo los jóvenes, está cumplir con lo que prometemos; incentivar a practicar los valores que nos inculcaron nuestros padres. En algún momento, cuando desempeñemos algún cargo público, aplicar todo lo bueno aprendido; y cuando formemos un nuevo hogar, educar a nuestros hijos con el ejemplo».

Luthy del Perú.
En la Tuna Universitaria
En 1999, cuando Luthy del Perú ingresó a la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, lo invitaron a formar parte de la Tuna Universitaria, pues toca guitarra y canta. Así, tuvo la oportunidad de observar la presentación del grupo musical, que le impresionó sobre todo en su desenvolvimiento, el romanticismo que volcaban y que remarcaba la picardía del estudiante de los siglos XII y XIII, además de su vestimenta llamativa. Iba a los ensayos, de los que participaba, por lo que en determinada oportunidad sus miembros decidieron que formara parte de la tuna.
Formado por estudiantes de distintas carreras, el grupo elige una directiva que previamente presenta un plan de trabajo cada año y en reunión de los 19 tunos se somete a votación. Luthy del Perú fue elegido con la mayoría de votos el 20 de enero de este año, luego de aprobarse su plan. Uno de sus últimos logros ha sido el Tercer Encuentro de Tunas Universitarias, el viernes 15 de julio en la plaza de armas de Lambayeque y el sábado 16 en el Paseo Las Musas de Chiclayo, con presencia de tunas de universidades como La Molina, Alas Peruanas y Nacional de Piura y Trujillo, UPAO de Trujillo y la Particular de Chiclayo. Los apoyaron los municipios de Lambayeque y Chiclayo y miles de jóvenes que aplaudieron a los universitarios.
La tuna es una tradición que nace en el siglo VIII con la creación de las universidades; e incluso el traje es el eterno uniforme del estudiante, cuyas características Luthy del Perú busca rescatar; así como las del joven romántico que se ingeniaba para dar serenatas o componer versos. «Buscamos mantener viva esta tradición, como una forma de proyección universitaria hacia la comunidad», señala Luthy del Perú, quien en el décimo ciclo, está a punto de terminar la carrera y dejar la universidad pero no la tuna. «Cuando eres tuno lo eres para toda la vida. Al terminar tu profesión vas a tener otras responsabilidades, trabajar, tener una familia; pero si tienes tiempo, las puertas de la tuna siguen abiertas para siempre», afirma.

Luthy Custodio Reluz y parte de su familia.
Su primer año
Quizá me quede corto en la historia que evoco, pero justo en enero de 1981, en que Luthy del Perú había nacido, se cumplía casi medio año que Belaúnde y su gobierno de AP habían asumido el mando y se encontraban por primera vez con fuego graneado de la oposición. En tanto, el APRA decidía la suerte de uno de sus líderes, el chiclayano Andrés Townsend, que después sería expulsado del partido.
Ese mismo año, en Chiclayo el Frente Cívico de Defensa del Desarrollo Regional de Lambayeque, encabezado por Luis Vega Corrales, presidente de la Cámara de Comercio de Lambayeque, convocaba a un paro laboral exigiendo solución a puntos prioritarios para la región: realización del Proyecto Olmos; solución al problema de la energía eléctrica y el agua potable (hace 24 años carecíamos de agua y se nos apagaba la luz a cada instante); y habilitación del puerto de Pimentel para la importación.
En abril, en una calle de Washington, cinco disparos conmovían al mundo: había fallado un intento de asesinato contra el presidente norteamericano Ronald Reagan. Un mes después, en mayo del 81, un fanático turco, militante de una extraña y mortífera organización paramilitar, intentaba arrebatar, pistola en mano, la vida del entonces conductor de la cristiandad: Juan Pablo II.
Pero lo que más se recordará del año que nació Lutyh del Perú, en especial entre los lambayecanos, es que en noviembre tres individuos que dijeron ser integrantes de un supuesto «Ejército Popular», asaltaron el Museo de Arqueología y se llevaron 34 piezas de oro, entre ellas el famoso Tumi de Oro o Cuchillo de Illimo, la máxima joya arqueológica del país, que años atrás, al ser transportada a Japón para exhibirla junto a la famosa Gioconda, había sido asegurada en mil millones de soles, pero cuyo valor intrínseco era inconmensurable. Tamaña pérdida al patrimonio cultural del Perú. (Larcery Díaz Suárez. Reproducido de “Con olor a papel y tinta”, libro del autor, publicado el 2017).

El periodista Larcery Díaz recibiendo el premio de la Asociación Civil Transparencia por su reportaje «Su nombre es del Perú».


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